En el breve pero agitado transcurso de la irrupción del ya constituyente/constituido o semiconstituyente/semiconstituido artefacto Podemos, apreciamos una ingeniería política que va desvelando su juego. En el frontispicio campean los blasones del ninismo sin ornato, en compaña de tecnología inalámbrica. El artefacto no tiene cables. Partido de la era digital y de plató televisivo, hasta hoy que salió a las plazas en baño de masas. Aún en sus elipsis y desmentidos, en sus constantes quiebros y meandros tacticistas, omisiones y vaguedades, asoma algún disparo. Uno es que Podemos ha venido a subvertir la izquierda, a ponerla en estado de shock. Su más inmediato efecto ha sido dejar en vuelo rasante el despegue de Izquierda Unida y liquidar a Izquierda Anticapitalista. Otro disparo va dirigido al corazón de los nacionalismos que tienen por periféricos y sobre todos el soberanismo catalán a las puertas de su Autodeterminación. La reasignación semántica que hace Podemos del concepto Patria lo anuncia y denuncia. El ejercicio ecuestre de cabalgar la ola de la corrupción le arma de caballero andante, en la metáfora de Sol de Quijote, para derribar gigantes o molinos sea en Catalunya o donde a ellos se les antoje. Una vez taponado el boquete de los nacionalismos adjetivados periféricos, sobre todo el catalán y vasco, realineada/esquilmada la izquierda, lo que pueda afectar al tandem bipartidista PPSOE son daños colaterales. En una próxima publicación veremos como Podemos, al hilo de las elecciones andaluzas de marzo se va desprendiendo de su planteamiento de alternativa al bipartidismo tomado conjuntamente para sobrevivir eventualmente en su próxima institucionalización.
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