jueves, 15 de octubre de 2015

Brexit

Fue estribillo de la política europea en los últimos meses el acrónimo Grexit, para referirse a una eventual salida de Grecia de la Eurozona, en caso de incumplimiento de la disciplina euro. Se trataba de un atípico de la periferia meridional europea.

En pasados días, el Partido Conservador Británico celebró un encuentro en el cual, además de intentar un aparente giro social que le lleve a ocupar la centralidad política y una mayor transferencia de competencias al poder  local, asume el reto ya anteriormente anunciado de convocar un Referéndum, previsiblemente para finales de 2016, sobre las condiciones de permanencia en la UE.

Lo más destacable es el dato de partida de que Gran Bretaña no tiene por moneda el euro, conserva su moneda, la libra, con todo lo que ello significa, que es mucho, por ejemplo, no someterse a las políticas del Banco Central Europeo.

El planteamiento de los conservadores británicos y su derecha viene a ser algo así como retornar a lo que un día fuera la Comunidad Económica Europea, incardinado esto en el nuevo lenguaje de los tiempos, en la encrucijada más política o más mercado.

En última instancia preservar o blindar la Soberanía frente a los eurócratas de centros varios, señaladamente Bruselas o Franckurt.

En la ocasión del Referéndum de Tsipras hubo declaraciones de sectores de la política británica en el sentido de contribuir al rescate griego, eso si, fuera del euro.

Quiere esto decir que hay un discurso político desde la derecha europea que alienta el abandono del euro con políticas de solidaridad e intervención.

Frente a esto, desde las instituciones europeas, se establece la dogmática de la irreversibilidad del euro y de las políticas públicas que le acompañan.

Surgen dos preguntas :1.¿ no cabe marcha atrás o fue una buena apuesta implementar una divisa común de sustitución de las monedas nacionales y lo que anexa?. 2. ¿ Es más practicable la vía británica de replantearse las relaciones con la UE o incluso un Brexit jugando a más mercado frente a un macroestado europeo cada vez más centralizado, despótico e intervencionista en marcha?.

Los elementos e ingredientes de este debate se irán desvelando antes de que concluya el año y haya de celebrarse la última cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la UE y el Premier Cameron deba mostrar sus cartas. Y ese argumentario cobrará fuerza en el camino de la consulta de finales de 2016. 

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