lunes, 16 de noviembre de 2015

Heteronomías

Se dice, se habla de las Autonomías, de su estado y del Estado compuesto o Autonómico, más bien descompuesto.

En la Constitución se mencionan nacionalidades y regiones, también se proclama la indisoluble unidad de la nación española, intangible, cuasi eterna esencia, anterior y superior a cualquier ordenamiento positivo, cierre y círculo mágico del cual no se puede escapar ni mediante conjuro.

En la misma Constitución se generaliza la Autonomía más allá de las llamadas nacionalidades históricas a espacios que ni por asomo habían jamás reclamado constituirse en territorios particulares dotados de Autogobierno frente a poder central alguno.

Algún ejemplo desquiciado del café para todos sería la Comunidad Autónoma de Madrid o algunas uniprovinciales.

En el extremo de lo grotesco, entes tan fabulosos devienen punta de lanza para frenar el desarrollo o el ejercicio de aquellas Comunidades Autónomas cuyas aspiraciones habían posibilitado que las reclamantes llegaran a serlo.

Es así como el actual modelo muestra consunción y para algunos se desnaturaliza y para otros cumple su virtual misión.

Ante todo esto, pienso que si quieren liquidar el actual diseño autonómico, la alternativa es otro Heteronómico, esto quiere decir basado en las diferencias, radicalmente asimétrico, sin pretensiones armonizadoras ni igualitarias, salvo en el reconocimiento a la diferencia de todos, pactista, consociativo y confederativo. Un tanto cantonalista.

Habría que hacer la relectura de Pi y Margall, claro que nada de esto como ecuación perfecta sino como inspiración.

Las otras opciones: un costoso mantenimiento del status quo o eventuales procesos constituyentes de incierto desenlace.

Heteronomías es, antes que nada,  cambiar de cultura política.

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