En el pórtico del nuevo año 2015 quiero traer a presencia uno de los espacios de convivio más entrañables a mi memoria.
Hoy, víspera de fin de año, ya anochecido, en el torbellino de la Porta do Sol de Vigo, anegado de luz navideña, giré la vista a la Travesía de la Aurora y volvieron a mí los recuerdos de la Taberna de la Viuda.
Por unos momentos se disipó todo aquello que me envolvía y aparecieron las sombras del pasado en gesto risueño, las horas idas tornaron y sonaban las voces amigas, por momentos en canto, revueltas o cruzadas con la música de conversaciones en alturas diversas.
La Viuda fue puerto de refugio y encuentro para itinerarios que se iniciaban en cualesquiera de los barrios de nuestro Vigo, siempre anclada al costado de la Porta do Sol, perpendicular al arranque de la Calle del Principe.
La Viuda, antaño Casa Felipe, guardaba pasos de nuestros abuelos, de un caminar que arrancaba de los años veinte del pasado siglo.
Aún nos queda con vida, y por muchos años, de la familia que la regentó, Adolfo Lareo.
Todos pagamos el tributo de las horas, pero por Navidad parecen apuntar brotes aquellas vividas.
Si vienen por Vigo pregunten por la Taberna de la Viuda, tal vez tengan suerte y se encuentren por las calles a alguno que les pueda contar.
Sino, esperen al milagro de la Navidad.