viernes, 25 de septiembre de 2015

Foedus

Foedus, Pacto. De ahí se derivan los términos federal, federalismo. Un pacto sería lo contrario a imposición y por tanto requeriría la condición de iguales entre los celebrantes y aludiría, al menos tácitamente, a una cierta base contractual de derechos y obligaciones.

Aunque este contrato resultase una ficción necesaria de naturaleza jurídico-política.

Pero el caso es que federalismo deviene en una tejné opuesta en muchas ocasiones a lo anteriormente expresado.

El federalismo se emplea como elemento de sujeción de voluntades díscolas o dispersas, como elemento de suma, reductor de veleidades o aspiraciones soberanistas. El federalismo sirve para conjurar el soberanismo: te federas o te federamos, por las buenas o por las malas.

Ilustración histórica de una lucha armada de esto último la encontramos en la guerra civil norteamericana  entre federales y confederados, en la que como es sabido triunfaron los primeros.

Los escritos teóricos de Hamilton, Jay y otros expresan en este caso lo que se entiende por federalismo: esencialmente una relación de competencias y su distribución, aparejadas las técnicas correspondientes, entre la Federación y los Entes federados, resultando materias sensibles las fiscales y las relaciones exteriores o internacionales.

Debe quedar claro, para resumir, que el federalismo del que estamos hablando se enfrenta al derecho de Autodeterminación, reservado, restringido o tasado a situaciones coloniales y poco más.

No tengo claro si, en el momento presente español, el federalismo sea algo otro que un nominalismo en el que nos enredemos para poca cosa y no resolver nada, aunque lo adjetiven en multiplicación aparente y le preparen muchas salsas.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Jeremy Corbyn

Tras la accidentada trayectoria de la Tercera Vía del Laborismo británico, sea con Tony Blair a finales de los noventa o más recientemente con Ed Miliband, emerge un líder veterano por la izquierda del laborismo, Jeremy Corbyn.

Hombre de convicciones pacifistas, destacado activista en el movimiento antinuclear, defensor del Estado de Bienestar y diputado díscolo o enfant terrible del laborismo, aún con sus años. Qué pudo pasar? .

En mi opinión, hay dos acontecimientos a reseñar, uno del pasado reciente y otro del futuro próximo que podrían contribuir a explicar la utilidad de esta opción, siquiera transitoriamente.

El primer acontecimiento, ya pasado, el Referéndum de Autodeterminación de Escocia. La elección de Corbyn, gozaría de la virtualidad de recuperar el voto laborista escocés disputado por los independentistas con cierto éxito.

El segundo acontecimiento, previsto para el 2016, otro Referéndum, en este caso, el prometido por Cameron sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Dígase al respecto que Corbyn es partidario de la permanencia frente a cualquier euroescepticismo.

Así, la apuesta de Corbyn sería la de una Gran Bretaña unida, conjurando el secesionismo escocés con un reclamo de políticas sociales, dentro de la Unión Europea, no dejando espacio a que Escocia juegue la contradanza al paso euroescéptico y confrontando con las dudas de la derecha conservadora en un doble frente de oposición.

De lo que resulte veremos en el horizonte de la consulta del 2016.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Cataluña

Me sitúo ahora en aquella trilogía del Marqués de Leguineche, sino recuerdo mal. Hablo de la Escopeta Nacional.

Película estrenada en los albores de la llamada Transición, cuya acción transcurre en los últimos años del franquismo. 

Ahí Berlanga nos presenta a un industrial catalán, quien paga una cacería, supuestamente sufragada por el antedicho Marqués.

Claro está, la finalidad del catalán es relacionarse con el Ministro de Industria de turno y vender sus porteros electrónicos.

Pués bien, en algún momento de la cinta, el catalán, que paga la fiesta, ve afeada su conducta por el Marqués, quien le reprocha su ingratitud, asegurando que todo el tinglado le cuesta una pequeña fortuna o sus buenos duros.

El industrial catalán, humillado y cabreado, asiente. También tendrá que adaptarse a diversos papeles cortesanos, para cogerle con el paso cambiado una crisis ministerial franquista, que malogra sus propósitos y arroja por el sumidero su esfuerzo inversor en mantener unos parásitos.

Esta evocación cinematográfica me excusa de mayor circunloquio y me permite abrir directamente el siguiente interrogante a modo de conclusión inquisitiva, claro está, dicho sea con reiteración y sarcasmo.

Será el industrial catalán de La Escopeta Nacional la personificación de Cataluña, a la que se moteja de insolidaria cuando paga la fiesta y a la que se le escamotea el fruto de su esfuerzo? .